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El mito de que las mujeres lo pueden hacer todo

Tal vez no todos lo hemos dicho, pero seguramente muchos lo hemos tenido en mente: “Las mujeres lo pueden hacer todo”. Saben equilibrar su vida profesional y personal, con la carga de trabajo que cada una conlleva.

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Al pensar esto, o peor aún, cuando le expresamos esto a una compañera, amiga o pareja, seguramente lo decimos como un gesto de admiración, incluso quien reciba esta especie de “halago”, a simple vista lo tomará como un reconocimiento por el esfuerzo que realiza, pero lo más seguro es que en su interior, incluso de manera inconsciente, se sienta aun más presionada por las expectativas que se tienen de ella.

Suceden dos cosas curiosas, por un lado se les ha hecho creer a las mujeres que son una especie de seres extra normales que pueden hacerlo todo, esto deriva en una exigencia que es mucho mayor a la que un hombre puede recibir. Por otro lado, a pesar de que sí, sin duda las mujeres hacen cosas extraordinarias y tienen que lidiar muchas veces con el hogar y el trabajo, muchas de ellas sufren el síndrome del impostor, que de manera muy reducida consiste en sentirse como fraudes a pesar de ser completamente capaces y juzgan su propio rendimiento como peor de lo que es en realidad.

Resumiendo lo anterior, muchas mujeres tienen una lucha interna con ellas mismas por sentir que en realidad no lo pueden hacer todo.

Como menciona Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, en su libro Lean In: “Comparamos nuestros esfuerzos en el trabajo con los de nuestros colegas, generalmente hombres, que normalmente tienen muchas menos responsabilidades dentro del hogar. Y a continuación comparamos nuestros esfuerzos en el hogar con las madres que no trabajan fuera y se dedican exclusivamente a sus familias.

Las mujeres hacen cosas extraordinarias, eso no hay ni la menor duda, pero como sociedad, les seguimos cargando la mano de más, ejerciendo una presión sobre ellas que no las permite sentirse plenas y satisfechas.

En las parejas, aun siguen siendo muy pocos los hombres que se involucran en las tareas del hogar, dejando toda esta carga de trabajo a las mujeres. Como sociedad, vemos con naturalidad que una mujer se dedique a trabajar por completo al cuidado del hogar y en caso de ser una mujer que sale a trabajar, también nos parece natural que tenga que dividirse entre las labores del hogar y las de la oficina.

Como ejemplo claro, cuando una mujer de éxito sobresale en su carrera profesional, es común que reciba la siguiente pregunta o alguna similar: ¿Cómo logras equilibrar tu hogar y tu profesión? Una pregunta que jamás recibirá un hombre.

Hombres, debemos asumir una mayor responsabilidad en tareas que por tradición se sigue creyendo que son exclusivas de las mujeres, como el cuidado de los hijos y las labores del hogar.

Mujeres, son seres excepcionales, no podemos ni debemos exigirles más. Siéntanse satisfechas por hacer todo lo que hacen pero vivan plenas, sin sentirse con la obligación de que lo tienen que hacer todo.

Sobre el autor: Omar García

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